domingo, 4 de diciembre de 2011

LA PRISA MATA


Eso fue lo que dijo el tío que se acercó a la ventanilla de la Toyota, a manera de salutación y un poco de felicitación después de que, con otros aficionados como él y mi hijo, nos habían rescatado del atasco en el que caímos al formar parte de la caravana de vehículos 4 x 4 de la que formábamos parte en un recorrido de 100 km entre los caminos vecinales de la campiña ibérica en la provincia andaluza de Huelva. A grandes voces explicó: “la prisa mata”, nos dicen los marroquíes a los españoles que conducimos por las calles de Marruecos queriendo, a bocinazos, abrirnos paso entre una multitud que se toma la vida con lentitud, imitando la aparente inmovilidad del desierto.
Frente a una alta ventana donde los rayos de sol, tan al sur ahora, iluminan mi teclado, un balcón al otro lado de la angosta calle ondea tres banderas: la de España al centro, la de Moguer a la derecha y a la izquierda la bandera de Andalucía: tres franjas horizontales, verde en los extremos y blanca al centro con el escudo andaluz que es, oficialmente, un logotipo basado en el escudo de la ciudad de Cádiz (que forma parte del municipio del mismo nombre y que, junto con Almería, Córdoba, Granada, Huelva, Jaén, Málaga y Sevilla, forma parte de la Comunidad Autónoma de Andalucía). El escudo muestra la figura de un Hércules joven entre las dos Columnas de Hércules que la tradición sitúa en el estrecho de Gibraltar, lugar que separa a España del África, con una inscripción a los pies de una leyenda que dice: "Andalucía por sí, para España y la Humanidad". Cierra las dos columnas un arco de medio punto con las palabras latinas "Dominator Hercules Fundator", también sobre el fondo de la bandera andaluza. La entrada del edificio pone: Servicios Sociales, Excelentísimo Ayuntamiento de Moguer. Unos pasos hacia el oeste, donde pronto se pondrá el sol sobre el mar, una profusión de violetas, naranjas y amarillos sobre un azul atlántico límpido adornarán el espectáculo del anochecer en lontananza, y si uno recorre la mirada acercándola, tropezará con la Plaza de la Coronación en honor de la virgen de Montemayor, patrona del lugar. Una columna de mármol ubicada en el extremo norte de la plaza, sostiene una réplica de la virgen en lo alto, mientras un pastor en un nivel inferior, alarga la mano para tomar la corona que le ofrece un ángel, con la intención de ponerla sobre la cabeza de la madona. En el extremo sur del jardín, dos bancas largas, de espaldas, una frente a otra, cubiertas con azulejo, son el punto de reunión de los inmigrantes a la zona, en su mayoría africanos: negros y musulmanes que llegan en pequeñas embarcaciones llamadas pateras debido a la alta demanda de mano de obra que esta región ofrece. El pequeño municipio cuenta con un poco más de 20,000 residentes, de los  cuales, según la página del Instituto de Estadística de Andalucía, casi 4,000 corresponden a extranjeros; el país de origen que se lleva el primer lugar en exportar inmigrantes es, precisamente, Marruecos. Así que el árabe es un idioma que se escucha mucho en la plaza, en las tiendas, en la calle. Mujeres que cubren su cabeza con el hiyab abundan por aquí, aunque no usan la burka, que es el velo con el que se cubren la cara las mujeres del Islam.   














El recorrido de las 4 x 4 ocupó todo el recorrido del sol: cerca de 12 hrs. De subir y bajar colinas, atravesar puentes, marismas, caminos que las lluvias deslavaron y que son ideales para probar la destreza de los conductores, quienes convierten en espectáculo cualquier rescate. Todo es motivo de fiesta, de celebración, de tomar “cubatas” y cervezas, freír enormes “gambas” (langostinos, diríamos en Veracruz), comer hasta la saciedad tortillas de patatas, aceitunas, quesos de cabra añejados, lomo y jamón ibéricos, pollo al jerez, ojaldres de atún, y cuanta botana usted pueda imaginar de la variada cocina española. El sol pintó los campos de rosados en los árboles de melocotón que ya están floreando a todo lo que dan. Los zurcos cubiertos con plástico forman túneles inacabables por donde se asoman las flores y algunas fresas y fresones de tamaño desmesurado que ya están siendo cosechadas, listas para la exportación. Caminamos sobre huertos de olivo, algunas frutas todavía penden de los árboles que con el sol dan tonalidades de plata, ya sembraron el girasol, en mayo estará lista la cosecha. También hay recolección de la bellota del pino mediterráneo, para beneficiar el piñón. Toda una visión de la España agrícola, y una cosa que ya había observado otras veces desde el avión en toda la península, la tierra aquí, no es negra, por todos lados hay barro, los colores van del amarillo al rojo, eso resalta el colorido de los cultivos. Al anochecer, la campiña nos regaló sus luces nocturnas: las estrellas brillaron como hace tiempo no las veía, la luna, en su cuarto creciente, era un disco que colgaba hacia el poniente y era transparente, líquida, diáfana. Yo, con Marcelita entre los brazos, daba gracias a Dios por el privilegio de estar viva, y sin ninguna prisa. liliaramirezdeoriza@hotmail.com

SIN FECHA DE CADUCIDAD


¿Quien no ha comprado yogures? Es el producto que más comúnmente la gente piensa en él como con una vida de anaquel determinada. Programas de televisión y películas hacen mofa sobre cuando estos productos están por fenecer y tenemos un sobrado stock en el refrigerador, No sabemos qué hacer: Comerlos, regalarlos o tirarlos al otro día que caducan. Sin embargo, no es tan radical el asunto: dos o tres días más no hará que estos delicados lácteos nos sepan mal y mucho menos nos hagan daño si los ingerimos tal cual. Es un mero requerimiento de la Secretaría de Comercio el que los alimentos tengan una fecha impresa en la etiqueta que ponga hasta cuando estarán en sus condiciones óptimas para ingerirse. De hecho, el término de fecha de caducidad ha sido cambiado por el más suave: “mejor si se consume antes de” y en seguida la fecha. Otros productos han sido requeridos para que den esta importante información al consumidor, que antes ni soñado era que uno se enterara. Es más, me tocó ser testigo que algunos comerciantes raspaban tal información de productos lácteos (cuya caducidad es corta) tales como crema o mantequilla, para seguirlos vendiendo después de la fecha, como si nada pasara. Y la gente, ¡no se daba cuenta! Es decir, no había la suficiente cultura como para no comprar tales productos, y mucho menos para reclamar al comerciante por su engaño. A la fecha, productos tales como el pan Bimbo, quienes antes manejaban un código de colores en las tiritas de plástico con las que cierran las bolsas, que solamente podían descifrarla los vendedores, están obligados a poner esta fecha impresa, de manera que uno al comprar, sepa con certeza hasta cuando el pan mantendrá  su frescura. Los medicamentos son otra línea que es indispensable revisar con cuidado, sobre todo los antibióticos. Todo esto nos conduce a pensar que todo tiene un estado final que si se rebasa, ya no es tan bueno como al principio. Las frutas y verduras que compramos a granel es un gran ejemplo de que comprar barato y mucho puede salirnos tan caro como comprar poco a un precio más alto, pues los vegetales pueden arruinarse en el platón del centro de mesa o en el refrigerador, e ir a dar al bote de basura.
Y el que todo tenga un final, nuestra vida no se escapa a esa regla. La primera infancia, la niñez, la vida laboral, la vida sexual,  la autonomía, todas las etapas y en todos los ámbitos existe un principio y un final. Algunas telenovelas usan esta frase para reclamar por ejemplo a un amante o a un amigo que si su amorío o amistad tienen “una fecha de caducidad”. A veces sí, aunque al principio, esta sea desconocida. Los matrimonios se disuelven, las amistades se diluyen, la juventud se esfuma, las enfermedades se curan. Cuántos cantantes, actrices, actores, hemos visto surgir, ser famosísimos para después caer en el olvido, o cuando menos, ser sustituidos por otros personajes que alcanzan  tanto fama como ellos. Para donde volteemos la mirada, siempre encontraremos situaciones que tienen una fecha de caducidad grabada desde el momento mismo en que dan inicio. Para ello está la estadística, que nos abastece información sobre la vida media de casi cualquier cosa que queramos saber. Entonces, si todo es finito, cuáles son las cosas que podemos calificar de no serlo, es decir, de ser infinitas por su naturaleza misma. La respuesta es que no hay nada que dure para siempre, y hasta la belleza cambia, según la canción. Sin embargo, creo que sí hay algo que dura para siempre: el amor. El amor vive en nosotros, nos da vida, nos nutre, y es una fuerza que podemos transmitir a los que nos rodean para hacerles fuertes también, para transmitirles nuestra identidad a través de la cultura, de nuestras canciones infantiles, de nuestras recetas para cocinar, de nuestras costumbres (las buenas, desde luego, las que no dañan a nadie). Es con amor como enseñamos a nuestros hijos, a nuestros nietos, a nuestros descendientes en general, pero también a otros niños, a otras personas, cercanas o lejanas, lo que somos, lo que hemos sido, lo que nuestros ancestros nos dieron. Y es esa cadena que va llenando el vacío de la modernidad, de la tecnología (con la cual no estoy distanciada, ni mucho menos), la que no tiene fecha de caducidad. Conservar las raíces de quienes somos, no importando en qué país del mundo vivamos, nos hace vibrar, nos hace amarnos a nosotros mismos y reconocer esa persona a la que mucha gente ayudó a realizarse. Esta mañana de domingo, en la costa de la luz, en la cocina de una casa con estufa eléctrica y olor a cerdo ibérico, escuché emocionada mi propio palmoteo al preparar memelitas con una harina de maíz importado de Colombia. He sentido gran añoranza por las mujeres de mi tierra, de esa tierra que como he puesto en uno de mis blogs, es la puerta al Mundo Náhuatl. Maquinalmente he realizado algunas acciones como he visto hacer docenas de veces a estas paisanas mías: cómo darle la vuelta a la memela, cómo revisar su cocción, pellizcarla, llenarla de manteca. Y aquí, donde el palmoteo se usa para bailar sevillanas, he sentido latir mi corazón con una fuerza inusitada: “El mexicano palmoteo en la azul tortilla hecha a mano.” liliaramirezdeoriza@hotmail.com   

lunes, 5 de septiembre de 2011

CON LAS BANDERAS AL SOL





Parece que estamos en Londres, - nunca habíamos estado en realidad-. Solo era de oídas o de lecturas (no de series de televisión pues entonces no llegaba aquí la señal) que sabíamos a Londres llena de neblina, igual que nuestra querida Orizaba. De muchachos nos sorprendía la  densidad de la condensación, no se lograba ver al otro lado de la calle. Por eso es que el día de ayer, soleado como pocos hemos tenido este verano que ya está por despedirse, ha sido un deleite visual de esos que reconfortan el alma la profusión de banderas sobre los techos, en los taxis, recortadas contra un límpido, claro y magnífico azul.
Lorenzo es un tipo en cuya casa suiza estuvimos hospedadas tres personas en una ciudad  del Mittelland suizo, Aarau “la ciudad de los frontones bellos”, llamada así por los “Dachhimmel” o decoraciones pintadas en la parte inferior de sus tejados, por ella corre el río AAre. Lorenzo Sager nuestro anfitrión, que entonces era  joven, nos mostró un hermoso alhajero construido por él, que me dejó sorprendida por la tan delicada forma de hacer los cojines de seda donde pondría sus plumas fuente, sus anillos, sus mancuernas. La delicadeza de los pliegues, la perfección sin arrugas, el pegamento idóneo. Alabé su trabajo, Es para dar calor al corazón, ¿Qué quieres decir?, Ustedes no comprenden porque viven en países soleados, pero cuando uno solamente tiene la oportunidad de ver al astro rey cuatro meses por año, y de todos modos pasa en forma oblicua (nunca sobre las cabezas de las gentes), el corazón se siente desolado y es necesario calentarlo, de otra manera moriríamos de tristeza. La respuesta me sorprendió entonces aun más que su destreza en hacer alhajeros. Años después, en el pequeño pueblo minero de Silver Bay, Minnesota, a orillas del Lago Superior, visitábamos otra residencia, la de los Longmore, Larry y Lynn. Larry trabajaba como bibliotecario en la escuela William M. Kelley High School, donde mi hija estudió el último año de preparatoria. La casa era una cabaña toda de madera con muy bellos espacios interiores. Llamaba la atención el colorido, sin llegar a ser chocante: colecciones de ángeles dispuestos en repisas, flores de tela, pisapapeles, guirnaldas, muñecos, pinturas, tapetes, cestos, vasijas, en resumen, una feria cromática. Por las ventanas un verde imparable cubría montañas y campos. Larry, qué hermosa casa tienes, cuánto color cuánto detalle en decorarla, Es para no deprimirse, para mantener alto el espíritu a pesar de la larga temporada invernal. Me llevó junto a la ventana, ¿Ves todo aquello? pues imagínalo blanco, todo blanco durante casi ocho meses al año. Te invade la angustia, no es lo mismo mirarlo verde como ahora, que la nívea monotonía de la nieve. Por eso estamos muy contentos de que tu hija nos haya enseñado a hacer piñatas mexicanas. Las haremos para decorar la escuela y eso nos llenará de alegría y de optimismo. Romperemos la blancura con que se impregna  nuestra retina al entrar a los pasillos de la high school. Y de veras que, cuando sobrevolamos Toronto, de regreso de otro viaje, esta vez al Asia, no pude menos, al asomarme por la ventanilla del Jumbo en el que habíamos sobrevolado el Pacífico desde Shanghai, sentir pena por la gente que se miraba allá abajo, paleando nieve para salir de su casa.
Pero ayer, oh maravilloso Palacio Municipal con tu enorme bandera ondeando en el centro, tus pendones en la fachada, las banderas sobre el puente nuevo. Disfruté la ciudad, regocijada. Tal vez se deba a mi tiempo libre, tal vez a mi edad, quizá sea gracias a los hermosos jardines que esta administración municipal ha rescatado por toda la ciudad. Rinconcitos por los que uno pasaba y anhelaba ansioso que alguien se fijara en ellos: sitios enyerbados con el pasto raído, llenos de basura, nadie se atrevía a sentarse a tomar el sol ahí. Ahora, los niños y jóvenes los llenan como pequeñas abejas a libar la miel de su prestancia y buen gusto. Los jardines se han convertido en colmenas de alegría. Caminar por las avenidas de nuestra ciudad, sensación de progreso y civismo. 
Septiembre embanderado y un bendito sol que proyecta nuestras sombras desde lo alto, brindan a quienes salimos a andar la ciudad por placer, por trabajo o por negocios, de una maravillosa vista que satura el espíritu no solo de matices, sino de patriotismo, de alegría, de esperanza. Es una plegaria tricolor que desplegamos todos los ciudadanos con nuestras oraciones de mariachi, de guitarra, de corrido, de bolero, de danzón, de marimba. Un grito a las divinidades de los cielos mexicanos con nuestras enseñas como exvotos para que el panteón de los dioses patrios nos redima de esta inestabilidad que vivimos, de esta inseguridad que nos lastima, que nos limita, nos mutila, nos enajena, nos enloquece, y nos deprime como si el Dios Sol nos hubiera abandonado. Pidamos al cielo, quien quiera que sea el dios de cada quien, que el derramamiento de sangre disminuya, que ya hayamos alcanzado el nivel más alto de la curva de muertos, que ésta comience a descender precisamente este septiembre de los centenarios, con nuestras banderas al sol. liliaramirezdeoriza@hotmail.com

SUEÑO DE ATLAS






Según Wikipedia: Atlas es el nombre de la primera vértebra cervical; Atlas es un satélite de Saturno; Atlas es una estrella de las Pléyades; ATLAS es un proyecto de telescopio espacial; Atlas es una financiera chilena, filial de la antigua Citibank Chile; ATLAS son las siglas de la Agrupación de Trabajadores Latinoamericanos Sindicalistas; Atlas es una agencia de noticias española perteneciente al grupo Telecinco; un atlas es un libro de mapas; El Atlas es una cordillera en el norte de África; Atlas en informática, es un framework de Microsoft; La rebelión de Atlas es una de las obras más influyentes en la Unión Americana, escrita por Ayn Rand, filósofa del Siglo XX de origen ruso; en topología, un atlas es un conjunto de cartas que cubre una variedad; Atlas en la mitología griega, es un titán que sostiene en sus espaldas los destinos del mundo; Atlas, citado por Platón en sus obras, es el primer rey de la Atlántida, hijo de Poseidón y la ninfa Clito; Atlas es un cohete espacial fabricado en Estados Unidos;

Atlas es una empresa fabricante de aviones; El Atlas de Guadalajara es un equipo de fútbol de México; El Club Atlético Atlas, es un equipo de fútbol de Argentina; Sueño de Atlas es una coreografía original de Karime Chan, oriunda de la ciudad de Mérida,  Yuc., interpretada por Alexis Zamora Miracle, orizabeña, ambas egresadas de la Facultad de Danza Contemporánea de la Universidad Veracruzana, puesta en escena para el público orizabeño el pasado 28 de  mayo en el Teatro Ignacio de la Llave, bajo el auspicio del H. Ayuntamiento de Orizaba, a beneficio del DIF Municipal, gracias a la bondadosa idea de la bailarina Alejandra Fernández, quien convocó a varios grupos dancísticos de la ciudad tales como: Compañía Folklórica Orizaba, Agencia Pepe Solorio, Instituto Regional de Bellas Artes de Orizaba, Expresarte Danza Studio, Difunkmination y Arte en Movimiento, quienes ofrecieron un gratísimo y bello espectáculo de veinte danzas en una gama que abarcó ballet clásico, ballet folklórico, revista musical, danza contemporánea, jazz, hip hop y coreografía moderna.     


Yo interpreto, tú interpretas, él o ella interpretan, todos interpretamos, es decir, las personas, de la manera más sencilla, y de acuerdo a su propia idiosincrasia, constantemente dan una lectura individual a todo aquello que les rodea, que escuchan y que de alguna manera, llega al imaginario personal a través de los sentidos: la vida familiar; nuestra relación con la pareja; los acontecimientos políticos, sociales, atmosféricos, económicos; las actividades de ocio: una película, un libro, una canción, un antojito, un baile. Sin embargo, en el otro sentido, el de ser a la vez ejecutante e intérprete y hacerlo con propósito artístico y siguiendo pautas coreográficas precisas e intencionales, no es fácil, se requieren habilidades diversas: imaginación en primer lugar, de ahí: destreza, conocimiento, soltura, gracia. Quienes asistimos a esta regia interpretación dancística, también tenemos el poder de interpretar la interpretación en la que, bajo el título de Sueño de Atlas, Alexis trata de conciliar lo que la coreógrafa Chan quiere con lo que ella misma siente y desea que sea su danza. El propósito de ambas es contar una historia a través de los movimientos acompasados que se dan entre una enorme y suave pelota y la bailarina. El inicio provoca perplejidad: sólo se ve la gran esfera y sobre ella se apoyan las plantas de unos pies cuyos arcos perfectos destacan por la ausencia de polvo (extraña imagen en el escenario). El cuerpo de la bailarina permanece unos segundos oculto. Sus pies, de largos dedos, ejecutan ciertos movimientos sobre la pelota, como un andar sobre ella, da la impresión de un génesis. De repente, ataviada con un unitardo decorado por otro talentoso orizabeño: Josías Campos Zepahua, el cual representa un ente sin género ni piel, venas y arterias al descubierto, un ser que es todos y ninguno, la bailarina hace su aparición reclinándose desde atrás sobre la pelota y empieza la danza en sí misma. Esa parte de nosotros mismos, que, nos guste o no, es imposible escapar de ella, es como una cruz que se lleva a cuestas, pero también puede ser alegría, plenitud, algo placentero. La interpretación va más, mucho más allá de la simple ejecución. Cada bailarín pone su propio sentimiento y emociones particulares en lo que quiere proyectar. A pesar de que Sueño de Atlas se puso en escena en 2010, con tres presentaciones en la ciudad de Xalapa: en el Congreso del Estado, en la escuela de Cine Luis Buñuel y en el espacio cultural La Calle, en esta ocasión Alexis tenía algo muy concreto que transmitir al público: su profundo dolor por la pérdida de Chanel, su perrita que unas horas antes, había sido atropellada por un carro. Un día inolvidable en el que el amor a su profesión, a su arte, a la danza, actuaron como el bálsamo que mitigó la pérdida de su compañera de juegos. liliaramirezdeoriza @hotmail.com

AROMAS CONDICIONADOS





Las ciudades nos hablan desde sus texturas, sus olores, sus colores, sus sabores y sus sonidos. Algunas de estas percepciones agradan a nuestros sentidos, otras no. Una callejuela empedrada; un héroe (a veces desconocido) quien nos mira desde su pedestal a través de los arcos de agua que el viento tensa sobre las fuentes públicas; el carrillón de un reloj, el campanario de una iglesia; los chirriantes cazos de pescado o chicharrón; una olla de tamales bajo un paraguas; carretas colmadas de fresas, de nanches, de naranjas; un sembradío de cebollas; el agua estancada en los charcos; la melodía de un acordeón; la abigarrada fachada de una catedral gótica o de la ladera de un cerro; la lisura de una pista para patinar; el contendiente graffiti; las asfixiantes  refinerías; la floritura de los enrejados; la sombra con la que se adueña el sol de las calles; juegos de niños y voces; el matutino caer de las cartas y los dados sobre una banca de jardín; arabescos infinitos. Las ciudades entran por los sentidos y permanecen ahí con más veracidad que en las fotografías que tomamos.

Huele a mosto la Sur 10. El gratificante olor de los cocimientos alimenta la ilusión de los practicantes de ciencias químicas de llegar a controlar el proceso de la centenaria cervecería una vez logrado el título de ingeniero. Inexplicablemente, tan gratificante sensación se ha volatilizado al fuego y juego de diversos mercados. Por otro lado, algunos olores desagradables no se pueden evitar, pero otros podrían combatirse con voluntad y tecnología, por ejemplo aquellos que al generar cambios químicos despiden gases tóxicos, contaminantes y malolientes. Algunos de tales procesos, que se llevan a cabo tanto en plena calle, como en expendios comerciales que carecen de las instalaciones convenientes, son: el tostado de café y el asado de carnes. Las máquinas tostadoras de café (en realidad secadores u hornos giratorios), que son colocados en los propios expendios, quizá tengan el atractivo mercadotécnico de demostrar al público la no adulteración de la mezcla de granos, pero, sin la altura suficiente de su chimenea para evitar que los gases de la combustión invadan la calle, esta medida resulta contraproducente en cuanto a la captura de clientes, ya que me ha tocado ver a éstos entrar al establecimiento a hacer sus pedidos como quien atraviesa manoteando una cortina de gases lacrimógenos. Claro está que la chimenea, por muy alta que sea, por sí sola no eliminará el problema, solamente lo alejará del área. Lo recomendable es colocar además filtros que limpien estos gases.

 En cuanto a los asaderos de pollos. Según puede verse, las chimeneas de las parrillas callejeras y aún las de los establecimientos formales, carecen también de la altura suficiente para evitar que el área se contamine con pequeñísimas partículas de grasa que van depositándose imperceptiblemente hasta formar capas de cochambre en todas las superficies cercanas. Quizá la generalidad de las personas estemos condicionados a creer esto: si aso un pollo, debo aceptar sin réplica el humo grasiento que despide.

Apostados en cualquier butaca de luneta en el Teatro Ignacio de la Llave, embelesados con un concierto de piano, de violín, de la Orquesta Clásica de Orizaba, o ensimismados con la presentación de un libro, el dictado de una conferencia, o quizá durante el homenaje a algún prócer coterráneo, nuestra vista y oído estarán inmersos en tan nobles actividades cuando una oleada de carne asada a la hierbabuena inundará la estancia. Nuestras glándulas salivales harán un trabajo extraordinario, sin embargo, ni la vista ni el oído (posados en el escenario) corresponderán con el delicioso olor que nos embarga. Las teorías científicas tienen su campo de aplicación en la vida cotidiana, de ella nacen y a ella regresan, no hay mejor manera de entender la ciencia. Y aquí encaja perfectamente la Ley del Reflejo Condicionado enunciada por Iván Pavlov  (1849-1936). A partir de ella, el famoso fisiólogo ruso explica que dado un determinado estímulo que produzca de manera natural una cierta respuesta, tal estímulo puede ser transferido, por ciertas manipulaciones, a otro estímulo que se llamará condicionado, para producir la misma respuesta que se llamará condicionada. Son famosos sus experimentos con un perro que saliva ante su comida (estímulo-respuesta natural). La Ley se comprueba si alguien toca una campana antes de presentar la comida al perro, después de algunas veces, el perro salivará simplemente al tintineo.  Si usted es asiduo a las actividades culturales y de ocio que se ofertan en el Teatro Llave, pronto no será necesario mirar el trompo de carne para que ésta se le antoje, bastará con escuchar los acordes de un violín, de un piano o leer el libro autografiado en el lobby del histórico teatro, para que sienta la necesidad imperante de comerse un taco árabe.  

LA CIUDAD DE LAS IGLESIAS






Apenas nos habíamos alejamos unos kilómetros de Orizaba cuando, al cruzar por la parte alta de la autopista con rumbo al norte, contemplamos la ciudad a la que ya suspirábamos al dejarla por tiempo indefinido. Qué linda se mira, la ausencia de rascacielos (cuando mucho tres o cuatro edificios destacan por encima de la mayoría: el Hospital del Seguro Social, el Sindicato de Obreros y Artesanos de la Industria Cervecera y Conexas SOAICC,  y acaso el Hotel Trueba), permite que la mirada se pose con fluidez, sin recovecos, clara y nítida, y recorra en medio segundo campanarios y cúpulas que la decoran como (diría mi mamá) si fuera un nacimiento. En un día claro se ve hasta siempre, como reza el título de una comedia romántica de la Paramount Pictures, protagonizada por Yves Montand y la famosa Barbra Streisand, dirigida por Vincente Minnelli. Y en un día como hoy, que el sol lanzaba sus brazos hasta atrapar a la luna que se sonrojaba en el mismo cielo que abarcaban nuestros ojos, las montañas que circundan nuestro valle nos permitieron ver varias cosas, como una bola de cristal que muestra el porvenir: la deforestación se ha adueñado de una manera dramática de los campos, de las laderas, las bolsas de polietileno y otras basuras, contaminan el paisaje, lo hacen ver sucio, desagradable. Los árboles que sobreviven les falta cuidado, la pobreza nos circunda. Si bien nuestra Ciudad de las Iglesias ha sido embellecida en el trienio anterior, ahora habrá que echar una mirada hacia las zonas rurales, convencerse que el cuidado del campo es absolutamente necesario, que hay que seleccionar la basura para disminuir y aprovechar lo que se pueda, hay que reducir la contaminación, cuidar el agua, educar a la gente. Desde el aeropuerto de la ciudad de México, liliaramirezdeoriza@hotmail.com